jueves, 14 de octubre de 2010

…decides darte la vuelta. Andas deprisa, casi corriendo, para que nadie te atrape, para no cruzarte con tu jefe. Te subes en tu coche, vas al aeropuerto, miras por un momento las pantallas de información, pides una plaza en el primer vuelo al Caribe que va a salir. Desde que compras el vuelo a precio de oro hasta que sale el avión, surge un momento de duda, de culpa, de arrepentimiento… así que compras una revista para no pensar. Una vez en el avión, te relajas, te dejas llevar, te duermes. Llegas a tu destino, pagas las tasas necesarias, tomas un taxi, llegas al mejor hotel. Después, piensas que es mejor alojarse en un sitio más barato. Haces amistad con una de las recepcionistas, te ayuda a conseguir un apartamento en la ciudad, te trasladas, y la misma persona te ayuda a buscar un trabajo. Al redactar tu currículum nueva oleada de duda, ya que en él tienes que reflejar tu vida gris de oficina, que quisieras que se hubiera borrado para siempre. No te llaman de trabajos como instructor de buceo, azafata de vuelo, camarero, patrón de barco o gogo-girl. Por fin encuentras un trabajo. Es tu primer día. Y al entrar en la oficina…