viernes, 1 de octubre de 2010

…no ves a nadie. Vas a tu sitio, y adviertes que los ordenadores están encendidos, y parece que ha habido actividad reciente. Después de un rato trabajando, todo continúa igual: no hay nadie. Hoy no hay huelga, no es festivo, no hay ningún tipo de evento… Decides buscarles. Y al pasar por la entrada de una sala de reuniones, oyes cierto rumor que proviene de ella, una especie de música. Decides entrar. Al abrir la puerta ves a todo el personal allí. Lo mejor de todo es que están bailando. Se han formado parejas espontáneas entre personas que sabes que no trabajan juntas, o que se llevan muy mal, o que no se hablan. Hay una música latina muy animada y festiva, luces de colores que giran, un suelo de parqué que te suena mucho que era de moqueta tan sólo ayer. Alguien de sexo contrario te invita a bailar. A pesar de lo extraño que te parece todo, a pesar de que nadie te responde cuando preguntas repetidamente: ¿Qué pasa aquí?, lo cierto es que te vas animando a bailar con esa persona con la que no has hablado nunca. De pronto la música se para de golpe y todos corren a sentarse. Sentados, con semblantes serios, te miran. Eres la única persona que ha permanecido de pie. Alguien dice: “has perdido”. Tratas de hablar con ellos, de reírte, de bromear, pero sus semblantes continúan inmutables. “No te queremos aquí”. Todos señalan con gesto acusador hacia la puerta. Tu jefe añade: “no se moleste en volver”. Sales de la sala andando hacia atrás. Cierras. Te marchas.