domingo, 17 de octubre de 2010

…se acerca a ti uno de tus compañeros esgrimiendo un documento elaborado por ti. Te dice: “no has rellenado correctamente el formulario GMP VII/1.1”. Te diriges a tu sitio sin contestar, y tu compañero sigue hablando: “Te ha faltado la fecha en la página 1, has firmado en boli verde en lugar del azul corporativo, y te falta la hoja de confirmación de lectura”. “Gracias, ahora lo miro”, le dices arrancando la hoja de sus manos. No te gusta que te hablen antes de haber tomado el café, no te gusta que te acosen antes de haber encendido el ordenador. Tu mesa está tan llena de papeles que no recuerdas de qué material está hecha. Son todo formularios, informes, procedimientos, protocolos, metodologías, normativa, procesos… Te das cuenta de que los conceptos abstractos que definen estos papeles no evocan ninguna imagen en tu mente. Viene tu jefe: “Usted no puede seguir trabajando aquí”. “¿Será una broma?”, le dices con cierto escepticismo. Entonces, los vigilantes de seguridad se acercan, y se ponen cada uno a un lado. Tu jefe despliega un papel, y lee a toda velocidad: “No mantener la mesa limpia, no completar con pulcritud formularios, informes, procedimientos, protocolos, metodologías, normativa, procesos, tomar demasiado café, no atender con amabilidad al cliente interno, no encender el ordenador hasta haber tomado café, utilizar tintas no permitidas, no tomar en serio los protocolos corporativos, violar toda la normativa al respecto del uso de Internet y del correo electrónico. Por favor, acompañen a esta... persona a la salida”. Parece que deberías sentirte culpable, un fracaso, con miedo por un futuro incierto, la crisis, la precariedad laboral, pero no puedes evitar pensar: “¡Fieeeeestaaaaaaaaaa! Por fin libre de tanta estupidez”.